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lunes, 21 de febrero de 2011

Risotto de Quinoa

QUINOA (O QUINUA)

Modo de cocción
Ingredientes:
1 taza de quinoa
2 tazas de agua
1 pizca de sal marina
1 taza de zapallo u otros vegetales rallados en crudo (opcional)
Condimentos: cúrcuma, azafrán, orégano, ajedrea, etc.

Procedimiento:
Revisar la quinoa, retirando piedritas u otras impurezas.
Lavar muy bien la quinoa para quitar el sabor amargo de la saponina: colocar la quinoa en una olla y agregar mucha agua, revolviendo bien. Descartar el agua con la ayuda de un colador de malla fina (ya que las semillas de quinoa son muy pequeñas). Repetir este proceso de 4 a 10 veces antes de cocinar.
Colocar la quinoa ya lavada en una olla junto con el agua fría, la sal y si se desea los vegetales rallados y condimentos. Tapar y llevar a fuego fuerte hasta que rompa el hervor. Bajar el fuego a mínimo y cocinar siempre tapado, hasta que el agua se consuma por completo o casi por completo.
Apagar el fuego y dejar reposar un mínimo de 5 minutos.

Risotto de Quinoa
Ingredientes:
Quinoa cocida (se puede reemplazar por arroz yamaní, arroz moti integral, etc.)
Vegetales varios: cebolla, zanahoria, morrón, puerro, pak choi, nabiza, apio, zapallitos, hongos, berenjenas, etc.
Shoyu (salsa de soja)
Aceite de oliva

Procedimiento:
Cortar los vegetales en juliana (excepto las hojas verdes) y rehogar brevemente en aceite de oliva. Cuando comienzan a cocinarse, agregar las hojas verdes, salsa de soja y el arroz cocido y seguir revolviendo hasta que todo se haya calentado.
Antes de servir se puede agregar una pasta realizada con semillas activadas de girasol, agua y aceite de oliva; o bien levadura virgen para asemejar la textura y aroma al risotto con queso.
Servir en plato hondo, agregando por encima un hilo de aceite de oliva y las hierbas frescas que se desee, picadas o cortadas finamente para decorar.

Ensalada con nabo daikon y brotes

Ingredientes:
Nabo daikon
Brotes de legumbre (arvejas, alfalfa, mung, soja, lentejas)
Otros: ajo picado, pepino, apio, palta, lechugas, hinojo, etc.
Sal marina, aceite de oliva, girasol o chía y jugo de limón para condimentar

Procedimiento:
Rallar o cortar los vegetales, descartando lo mínimo posible (las diferentes partes de los vegetales aportan diferentes nutrientes) condimentar y consumir en el momento.

Notas:
• Se pueden variar los vegetales de acuerdo con el gusto, época del año, etc. teniendo en cuenta que es conveniente incluir siempre al menos una raíz, una hoja verde y un fruto.
• Utilizar brotes de legumbres es una manera de complementar las proteínas de bajo valor biológico de los cereales, consumiendo un alimento de muy fácil digestión (a diferencia de las legumbres secas). Asimismo, los brotes contienen gran cantidad de vitaminas y por su alto contenido en enzimas, maximizan el aprovechamiento de nutrientes.
• El nabo daikon aporta múltiples propiedades, como la capacidad de regular la presión arterial, la alta alcalinidad y el aporte de enzimas que colaboran en la correcta metabolización de las grasas, entre muchas otras.
• Para condimentar las ensaladas, siempre es preferible el limón al vinagre, ya que el primero es alcalinizante, mientras que el segundo es acidificante. Existe un sustituto del vinagre llamado “vinagre de ume” que en realidad es el jugo de la fermetación de las umeboshi (alimento terapéutico típico de la alimentación japonesa). Este condimento tiene un exótico sabor avinagrado y salado, contiene gran cantidad de lactobacilos (siempre en crudo) y es muy alcalinizante.
• Ya que las ensaladas se consumen siempre a baja temperatura y ofrecen múltiples combinaciones, permiten incorporar aceites de la mejor calidad en todas sus variedades. Es conveniente realizar combinaciones de aceites como oliva y lino, girasol y chia, también se puede utilizar aceite de canola, aceite de sésamo, etc. Tener en cuenta en particular en el caso de las ensaladas que es importante que el aceite sea de primera presión en frío y sin refinar

domingo, 6 de febrero de 2011

Educando niños veganos...

...en un mundo (aún no) vegano
Por Jo Ann Farb del The Vegetarian Resource Group


Yo creo con todo mi corazón que algún día la gente va a considerar este período en que vivimos como "la edad media de las costumbres alimenticias". Los niños del futuro arrugarán sus narices con asco al conocer nuestras costumbres canibalistas de comer otros seres, y se quedarán boquiabiertos con incredulidad al saber que alguna vez tomamos la leche de animales no humanos. Hasta entonces, sin embargo, vivimos en una cultura ajena a nosotros. En frente de mi niña, hago orgullosamente incesantes preguntas a camareras y a las personas que visito: "¿Qué lleva esto?" o "¿Puedo ver la etiqueta?". A mi hija Sarina le susurro, "Esto no es vegano, no lo comeremos". Sin embargo, en privado me pregunto si la rigidez que se requiere para seguir una dieta vegana saludable en esta sociedad, puede de alguna manera hacerle daño. Lo último que un papá quiere hacer es hacerlo sentir que los están privando de algo. Tampoco es muy saludable estar aislado. Por eso quisiera animar a cualquiera que esté criando un niño vegetariano a formar un sistema de apoyo, para lograr sentirse parte de una comunidad.
Fue por casualidad (y mi voluntad por compartir con otros los beneficios de una dieta vegetariana) que me integré a un grupo con otros vegetarianos y casi veganos. La mujer que me enseñó mi clase de psicoprofilaxis Bradley Birth un día se me acercó y me hizo una invitación para unirme a un nuevo grupo de madres tomando decisiones menos tradicionales como nuevos padres. Algunas de estas mujeres, tuvieron sus hijos en casa, algunos estaban en contra de procedimientos médicos comunes pero peligrosos, otras hablaban de los beneficios de darle pecho al bebé durante dos años o más, algunos estaban a favor de la cama familiar, y otros planeaban enseñar a sus hijos en casa. Al principio fui la única vegana, y sólo otra mamá era vegetariana. Pero lo que nos unía a todas fue nuestra búsqueda de maneras más saludables para criar a un bebé en una cultura que te empuja hacia el materialismo y el conformismo como un antídoto contra el estado de separación.
En nuestras reuniones semanales discutimos libros y revistas científicas. Compartimos las diferentes áreas de especialidad que cada una manejamos, y siempre traemos comida. Con el tiempo todas hemos evolucionado, incorporando nuevas ideas que tienen sentido. La comida es siempre vegetariana, y la mayoría es sin huevo ni lácteos. (Me imagino que para todas las familias tiene sentido enseñar a los niños a disfrutar de una dieta vegetariana!) Hasta ocasionalmente nos juntamos los fines de semana cuando los papás pueden estar con nosotros. Celebramos los cumpleaños de los niños, con fiestas llenas de alimentos saludables, y cuando alguna familia de nuestro grupo recibe un nuevo bebé, nos turnamos llevándoles comida, vegetariana, claro! El tener este maravilloso sistema de apoyo me facilita lidiar más comodamente con el resto del no tan utópico mundo.
A los 18 meses de edad, invitaron a mi hija a una fiesta de cumpleaños (no formaba parte de nuestro grupo). El imaginarme a los niños corriendo con pastel, dulces, y galletas definitivamente me preocupaba, y se lo comenté a mi amiga cuando le confirmamos nuestra asistencia. Y ella me dijo que pospondría la comida por un rato, mientras los niños jugaban. Antes de la fiesta preparé a mi hija diciéndole que sólo estaríamos un ratito, porque sus Abuelitos nos esperaban. Fuimos, jugamos, abrimos los regalos y nos fuimos a visitar a los abuelos antes de que empezaran a comer. Recientemente, una de las familias del grupo planeaba la fiesta para su hijo de tres años, y, como tenía nueve meses de embarazo, iba a comprar el pastel en lugar de hacerlo. Me previno que el pastel sería de tienda (lo que significaba que tendría lácteos, huevos, y azúcar, y me ofrecí a hacer el pastel. Estaba encantada. Fue un pequeño esfuerzo para asegurarme que mi hija de dos años y medio pudiera participar en todo, y esto le reforzaría el concepto de que la manera en que comemos es "normal". A propósito, la receta de Lorna Sass del pastel de algarroba de las recetas de Una Cocina Ecológica es muy fácil de hacer y delicioso. Le pusimos una capa de helado de soja sin lácteos llamada Soy Delicious Carob Peppermint para hacer un pastel de helado.
Alguna otra vez fuimos a una fiesta donde yo sabía que habría mucha comida basura. Cerca de dos horas antes, le hice a mi hija una comida que le gusta. Después de haber comido todo lo que quiso, le di algo que le gustaba aún más. Cuando se cansó, jugamos un rato y después le ofrecí unas galletas veganas altas en grasa que le encantan, pero que rara vez tengo en casa. Después de que comió aún más, y faltaban como 15 minutos para irnos a la fiesta, le sugerí tomar pecho (siempre tiene espacio para esto). Ya para cuando llegamos a la fiesta, estaba bastante llena. Comió algo de fruta, e ignoró el pastel, galletas, helados y polos.
Tenemos la fortuna de que los abuelos de ambos lados viven cerca. Unos de ellos son en su mayor parte vegetarianos. Los otros no lo son. Mientras estaba embarazada, sus preguntas bien intencionadas eran sobre "¿Y qué le vas a dar de comer al bebé si no le das leche (de vaca)?" Lo cual me dio la oportunidad de educarlos sobre nuestra decisión. Aunque todavía no entienden muy bien por qué comemos de esta manera, y por qué algunos alimentos son aceptables y otros no, respetan nuestro estilo de vida. Siempre visitamos a los abuelos no vegetarianos entre comidas. Siempre mando leche de soja y una variedad de alimentos sabrosos e interesantes. En fechas como el Día de Acción de Gracias, tomamos la iniciativa y los invitamos a todos a nuestra casa (donde están prohibidos la carne, lácteos y huevos). A veces salimos a cenar con ellos a un restaurante chino. En una de esas veces, vi justo cuando la abuela le daba arroz de su plato ("que no estaba tocando la carne...") a mi hija. Ahora cuando vamos a restaurantes, nuestra niña siempre se sienta entre mi esposo y yo, y siempre le llevo chucherías que nunca ha visto para entretenerla sentada hasta que terminan de llevarse el último plato. Y entonces ella es libre de dejar su lugar y sentarse en el regazo de la abuela.
A veces le hablo a Sarina sobre el hecho de que somos veganos, y que es algo de lo que debemos de estar muy orgullosos. Le digo que el mundo está cambiando y que un día la mayoría de las personas valorarán su salud y el bienestar del planeta, también. Le digo que amamos los animales, y por lo tanto no nos los comemos. Cuando vemos vacas por el camino, le señalo a la mamá vaca amamantando a su becerro y le menciono cuánto quieren las mamás vacas a sus bebés - tanto como yo la quiero a ella. Algunas veces hasta le menciono que algunas personas le quitan la leche de vaca de su bebé para tomársela ellos, pero que pienso que eso es soez. "¿Lo puedes creer?" le pregunto y ella se ríe.
No vemos televisión, no sólo porque eso disminuiría el tiempo que pasa en actividades creativas y que desarrollan su coordinación, sino también porque los programas y la publicidad fijan un estándar de lo que se debe comprar, el aspecto que debe tener, y lo que se debe de comer, que no reflejan nuestros valores.
Algunas veces lucho con el hecho de que en nuestra ciudad, somos la única familia que conozco que nunca consume alimentos que contengan lácteos o huevos. Por eso, tratamos de asistir por lo menos una vez al año, a alguna conferencia nacional vegetariana, como el Festival de verano Vegetariano de NAVS. Ahí conocemos, jugamos y comemos con muchos otros veganos. Y señalo a otros niños y le digo orgullosamente a mi niña, "ella es Sarah, y es vegana, y ahí esta Jorge, es un vegano, también.. como tú." Estos otros niños desempeñan el papel de modelos a seguir para mi hija, y toda la experiencia me permite, durante una maravillosa semana, vivir mi visión del mundo vegano.